Todos los actores con o sin cargos coinciden en que la avenida Solano Vera, único viaducto sin cortes ni desvíos entre el norte y el sur del Gran Tucumán en ocho kilómetros de extensión, es un problema que se agrava a medida que las urbanizaciones crecen. Erróneamente asignada al municipio de Yerba Buena, ya que su trazado sólo abarca 2,5 kilómetros dentro de esa ciudad, y los otros cuatro kilómetros atraviesan las comunas de El Manantial y de San Pablo, se trata de un conflicto provincial.

Aún sigue siendo, según la cartografía, la ruta 339, que en su origen rural conectaba Horco Molle con San Pablo, hoy sólo ha sobrevivido el tramo que va desde avenida Aconquija hasta la ruta 338, que lleva hasta Villa Nougués, luego a San Javier, para después descender hasta Yerba Buena. La 338 es una especie de semicírculo montañoso entre San Pablo y Yerba Buena.

El descomunal desarrollo urbanístico que ha experimentado esa zona del Área Metropolitana, que ubican a Yerba Buena como la cuarta o quinta ciudad que más ha crecido en el norte argentino en las últimas tres décadas, principalmente por el surgimiento de comercios, sobre todo en el municipio, y de barrios privados y cerrados, hacia el sur, en predios de El Manantial y de San Pablo, han llevado a la avenida Solano Vera al colapso actual. Peligrosa, oscura y angosta marca tristes récords de accidentes, demoras de circulación, embotellamientos y transgresiones a las normas de toda índole. Y si se considera que en breve tiempo se sumarán más de 1.000 nuevas viviendas en barrios privados en las comunas y unas 3.000 en El Manantial, a lo que se añaden las actividades de una universidad ubicada en el cruce de Solano Vera y la 338, esa arteria necesita de manera urgente un tratamiento integral que involucre no sólo a las comunas y al municipio yerbabuenense, sino a reparticiones provinciales, como Vialidad, Catastro, la SAT, DPA, entre otras, además los aptos de factibilidad de las empresas de servicios, públicas y privadas.

Es una avenida que, además, prácticamente no cuenta con cruces transversales (uno solo en cuatro kilómetros, entre el camino de sirga y San Pablo) y la transforma en un tubo vial cuya transitabilidad es infernal en horas pico.

Se requiere un ensanchamiento, coinciden todos los funcionarios, con platabanda incluida, iluminación, banquinas que hoy no existen, calles transversales, y detener el desarrollo inmobiliario sobre terrenos que deberían adjudicarse a esa avenida, tanto en el municipio de Yerba Buena como en las comunas que la circundan, que además se comunican con Lules y otros distritos del sur de la provincia.

Entendemos que es un problema grave, que no se circunscribe a administraciones locales, sino que solamente el gobierno provincial puede solucionar, antes que acabe siendo otro Camino del Perú, un viaducto inviable y anárquico desde hace más de 30 años.